Capitulo I
Lizzie Bradbury
¡Elizabeth!
Regresa aquí de inmediato, es hora de cenar, si no, no habrá pay de manzana
para ti jovencita. –Vamos Gunther, cena conmigo, harías mucho mas agradable la cena.-
Gunther ronroneó y luego desapareció en la oscuridad. -¡Elizabeth no te llamo
más! – Allá voy madre. Hizo un ademán
Mientras
la cena transcurría, Lizzie solo pensaba que era hora de que buscara una aventura,
ya había leído demasiado y quería experimentar lo que estaba en tantos libros,
ya estaba decidido, al día siguiente recorrería la ciudad en busca de
aventuras.
Pin
pin pin, sonó la alarma, el aroma de los lirios y las margaritas del jardín invadieron
la habitación, a decir verdad, Elizabeth Bradbury de 18 años era una joven muy
extraña para su edad, siempre estaba ahorrando para ampliar su biblioteca,
tenia ejemplares de todos los géneros, y de su favorito (fantasía) se podría
decir que tenía millares, su único amigo era Gunther, un gato negro, hacía lo
que le daba la gana, venía e iba cuanto quería, pero cada vez que Lizzie lo
necesitaba siempre estaba ahí, el gato era tan extraño como ella. Lizzie quería
ganarse la vida haciendo lo que mas le gustaba: leer. Su madre decía que había
perdido la cabeza, pero ella no perdía las esperanzas, mientras esperaba a que
eso pasara, tenía un trabajo de medio tiempo en una papelería lo que le
permitía estudiar en las tardes literatura en la Escuela Universitaria de
Londres.
Con
un gran bostezo y una gigantesca taza de latte, decidió empezar su mañana, con
cada movimiento que hacía dejaba un rastro de ternura, saludó a su madre con un
beso, tomó su bolso y salió, con brinquitos
de felicidad, Eli era de esas personas que tienen una sonrisa magnética, pero como muy pocas veces la dejaba escapar la
tildaban de amargada.
Estuvo
deambulando por infinitas calles de Londres sin un destino fijo, de pronto se
tropezó con Daunt Books una librería de la calle de Marylebone High, quedó
hipnotizada, entró, era como de película, del estilo mas clásico, se acercó al
mostrador y quedó cautivada, no precisamente por los libros, sino de este
chico, de cabellos largos y ondulados color negro azabache, con una voz
melodiosa y dulce, se acercó a ella para preguntarle que deseaba, Lizzie, muda,
dio la vuelta y se fue, ella sabía que tenía que volver.
Regresó
a casa un poco decepcionada de su actitud, pero al conversar con Gunther ese
sentimiento se disipó rápidamente. Gunther asentía cuando el creía que tenía
razón y cuando no, maullaba, así se comunicaban.
Hermoso
gatito negro, ¿te molesta si te llamo así? –Miauu- esta bien Gunther, dime que
piensas de el, viste su mirada, sentí que atravesó todo mi ser, debo volver
allí, pero que diré si me reconoce, ahh que va, no lo hará atenderá mas de mil
personas por día. Gunther asintió. De tantos disparates que se les ocurrieron a
estos dos, se quedaron profundamente dormidos.